Carlota Pi, fundadora y consejera delegada de Holaluz.

Carlota Pi, fundadora y consejera delegada de Holaluz. Invertia

Observatorio de la Energía

Holaluz busca 'in extremis' evitar la quiebra: 60 millones de deuda y no solo por el 'reventón' del autoconsumo

Con una estructura de recursos humanos muy pesada, con costes fijos enormes, los márgenes no cubrían los ingresos por venta de electricidad.

6 mayo, 2024 02:03

Adalid del autoconsumo doméstico con su campaña 'La Revolución de los Tejados', la comercializadora de luz renovable Holaluz no ha podido superar la última embestida y acumula una deuda de más de 60 millones y pérdidas de 26 millones de euros en 2023. Sobrevuela el preconcurso de acreedores o la quiebra, incluso si cuenta con la ayuda de un crédito del Instituto Catalán de Finanzas.

A estos meses de precios negativos en el mercado mayorista de electricidad se ha unido una mala gestión de la compañía. "Y la puntilla ha sido el 'reventón' del autoconsumo", explican fuentes del sector de la comercialización de electricidad en España a EL ESPAÑOL-Invertia.

"Siempre se ha sabido que, en el suministro de electricidad, Holaluz tenía un coste de captación muy alto y nunca ha ganado dinero en todos los años de su existencia".

[Holaluz aplaza al 9 de mayo la presentación de sus resultados de 2023]

"En algún año llegaron a ser 700 personas contratadas para la captación, era una plantilla de recursos humanos muy pesada, con costes fijos enormes y márgenes que no cubrían los ingresos por venta de electricidad".

Un punto de vista con la que coinciden todos los consultados por este diario. "La dirección no gestionaba bien la empresa", señalan desde una asesoría especializada en energía. "Gastaban mucho en Marketing, en los sistemas y la parte de gestión de la energía no metían recursos, tenían mucha gente trabajando, demasiada".

Holaluz pasó de tener 6 empleados a 600 en poco tiempo gracias al boom de soluciones fotovoltaicas, y ahora se encuentra en grave peligro de riesgo de acreedores y/o quiebra, analiza Víctor Ruiz Ezpeleta, profesor de EAE Business School.

"Espero que la compañía salga adelante, pero hace falta no solo echar trabajadores sino también cambios de estrategia y dirección", explican fuentes cercanas a Holaluz a este diario.

Delito penal

Holaluz se enfrenta a un proceso judicial en donde se puede acusar a sus gestores de un delito de administración desleal, falseamiento de cuentas o de dar una imagen maquillada de la realidad, "y eso tiene penas de cárcel", aseguran fuentes jurídicas a este diario.

Para llegar hasta ese punto, el primer paso ya se ha dado. Los fondos Axon Capital y Geroa Pentsioak, accionistas con el 22% del capital y administradores de la comercializadora, no han firmado las cuentas de 2023, "y eso refleja que quieren eximirse, en un posible proceso judicial, de cualquier responsabilidad en la gestión", afirman.

El siguiente paso es, si no consiguen sanear los 60 millones de deuda en un plazo récord, ir a concurso de acreedores. "Que puede ser voluntario y el juez puede designar un administrador concursal o forzoso, si uno de los acreedores acude a la justicia".

Un futuro que no pinta muy bien porque los fondos piden la destitución de la dirección. Y según ha podido confirmar este diario "Carlota Pi, la CEO de Holaluz, está especialmente afectada ya que ella siempre ha sido la imagen de la compañía", aseguran.

Representación de mercado

Pero no es el único problema al que se enfrenta una start-up creada hace más de 14 años por los catalanes Carlota Pi, Ferran Nogué y Oriol Vila.

"Ellos son representantes de mercado". Esto es que tienen una cartera de productores de electricidad que les han otorgado un poder notarial para que les representen en el mercado mayorista, vendiendo su generación.

La difícil situación que vive la compañía se puede agravar "si los productores, ante la desconfianza que se ha despertado, se ponen nerviosos y buscan otros representantes. Su problema de liquidez aumentaría sin clientes".

"Y además tienen firmados varios PPAs con desarrolladores de parques fotovoltaicos a los que ahora no van a poder comprarles su electricidad, y tendrán que asumir unas penalizaciones por incumplir los contratos", añaden las mismas fuentes.

Una salida a bolsa sobrevalorada

A finales de noviembre de 2019 salía a bolsa con una valoración de 160 millones y con la vista puesta en el mercado continuo (el día previo a la suspensión de cotización valía poco más de 57 millones de euros). Con la operación, la compañía quería alcanzar el millón de clientes y unas 50.000 instalaciones fotovoltaicas para finales del 2023. 

"Actualmente tiene unos 300.000 clientes de comercialización y es, quizá, el mayor valor de la compañía, así que tendrá que venderlos para sanear sus cuentas, no creo que con una deuda de 60 millones nadie la quiera comprar. Sus clientes sí", añaden las fuentes.

"Hay más dudas de que cuánta capacidad instalada de autoconsumo tienen, porque es una empresa que vendía más humo que realidad, pero en las próximas semanas se irá conociendo", concluyen.